La diferencia entre el lector al que le gusta leer y aquel que disfruta con la buena literatura, quizá radique en que el primero busca un argumento que le enganche y el segundo aprecia más el estilo narrativo personal con el que el autor muestra su visión de la realidad. David Trueba, a través de la icónica “Cuatro amigos”, de “Abierto toda la noche” y de la magistral “Saber perder”, demuestra que entre sus fantasmas está la manera con la que las vivencias del niño que fuimos nos ha marcado el carácter y lo duro que resulta dejar atrás al adolescente que habitó en nosotros durante la época más importante de nuestra vida para dar paso a las responsabilidades del adulto. En “Tierra de campos”, un cantante consagrado venido a menos emprende un viaje en un coche fúnebre que transporta los restos mortales de su padre, fallecido un año antes, al pueblo ficticio de Castilla y León del que procede su familia paterna y que considera que debe llevar a su progenitor tras exhumarlo de su primera sepultura. El viaje, acompañado por un conductor sudamericano, sirve como perfecto hilo conductor, a la vez que como metáfora, por el recorrido que el artista, ya en la cuarentena, y en decadencia profesional y también personal tras su reciente separación, cuenta al volver la vista atrás recordando su vida. Así, el espejo retrovisor del asiento del acompañante en el que se acomoda, actúa como pantalla imaginaria para rememorar todo lo pasado. Su infancia en un callejón sin salida que existe en la vida real en el Madrid del barrio de Cuatro Caminos (calle Paravicinos), su despegue como cantante en un grupo de aficionados coincidiendo con los primeros años de la democracia, la relación con unos padres mayores de los que le separa una barrera generacional considerable y las amistades que jalonan su vida manteniendo algunas hasta el final y perdiendo otras por culpa de una muerte prematura que se cebó con muchos miembros de la movida madrileña. A través de Dani Mosca, un hombre de la misma generación que el autor, David Trueba se proyecta en el protagonista quizá para poner en su boca reflexiones que al autor le asaltan y para ordenar conflictos interiores no resueltos que el escritor necesita abordar con sus novelas para poner orden en el caos. “Tierra de Campos”, si bien resulta desaconsejable para el lector que necesita continuos giros narrativos y emoción en los argumentos, constituye una obra valiosísima para los amantes de la literatura que busquen en las historias las contradicciones y los dilemas de los personajes, las eternas preguntas sin respuesta y el reflejo de un escritor que vuelca sin pudores reflexiones personales en sus novelas. www.antoniocanogomez.wordpress.com
hace 2 años