De entrada el personaje, sin duda alter ego del autor, me resulta un tanto irritante, pretencioso, una herramienta del señor Trueba para expresar al mundo sus filosofadas de sobremesa. Sin embargo, surge una historia que despierta el interés del lector, la historia de una relación bien trabajada y sustanciosa que toma todo el protagonismo. Una novela que, aunque breve, aunque hecha con cuatro pinceladas, tiene precisión emocional y es capaz de construir incluso una visión autocrítica del progre del XXI. Recomendable, sobre todo para quien vaya a iniciar un viaje.
hace 2 años