Empecé este libro como una toma de contacto para enfrentarme a la lectura de la gran obra maestra de Joyce. Su capacidad para describir paisajes cotidianos de su Irlanda es espectacular. A través de sus páginas uno puede llegar a sentir el olor de una cortina o visualizar con todo detalle cómo se sirve una gran comida familiar, sumergirse en historias comunes de individuos completamente anónimos. Sin embargo, siento que a todas estas historias les falta alma, algo más allá de ese aire nostálgico que va dejando. Para quien quiera ver bajo el microscopio cómo era la vida en la Irlanda previa a la independencia, este puede ser su libro. Para quien busque una historia que le sacuda por dentro y que le deje un poso más allá del aspecto formal, este no es el adecuado. El Ulises tendrá que esperar.
hace 2 años