En el Madrid de la dictadura de Primo de Rivera y de la Segunda República, un niño se cría con sus abuelos en la calle Hermosilla, teniendo como vecina a una niña a la de la que la Guerra Civil, una vez que el protagonista se convierta en médico afín al bando republicano, lo separará al pertenecer a bandos distintos, los volverá a unir al quedar ella protegida bajo su amparo en medio de la represión republicana, y distanciará para siempre al acabar la guerra.
Tras estos prolegómenos, en los que Almudena Grandes desarrolla la parte más identificable de su estilo (las historias del Madrid más típico de la primera mitad del siglo XX), comienza el grueso de “Los pacientes del doctor García”. Alternando historias de personajes que nada tienen que ver entre sí (boxeadores combatientes de la división azul, inmigrantes de la Europa del este huidos a Argentina…) un sinfín de personajes que fallecen dejan su identidad a merced de poder ser utilizada, como salvoconducto para volver a España, por perdedores proscritos de la Guerra Civil. Muchos de ellos, entrarán en contacto con una nazi (Clara Stauffer, personaje real) amparada por el régimen de Franco para ofrecer asilo en el país a criminales de la Alemania de Hitler.
En medio de infiltraciones, cambios de identidad, narraciones de pasajes en Berlín, Nueva York, Buenos Aires y Madrid, Almudena Grandes teje de forma magistral una sólida novela de espías con un defecto: se sale de lo que sus lectores esperan de ella. Pese a ofrecer un mosaico de personajes reales en medio de una realidad (la del franquismo protector de nazis perseguidos por la RFA), en gran parte desconocida, quien se acerca a uno de los monumentales “Episodios de una Guerra Interminable” que conforman esta serie de novelas de la autora madrileña, no lo hace con la expectativa de encontrase con un Le Carré tamizado por las costumbres de Lavapiés o sometido a las cartillas de racionamiento. La obra, quizá justamente merecedora del Premio Nacional de Narrativa de 2017, mete a Grandes en un laberinto, el de la novela de espías del que, si bien logra salir airosa, provoca que el lector acabe la obra algo mareado.
Esperaremos expectantes a ver qué nos depara “La madre de Frankestein”, próxima novela de sus episodios nacionales, y que parte de la parte de la figura de Aurora Rodríguez Carballeira, madre de la famosa Hildegart, para volvernos a sumergir en el Madrid de los años veinte, la república y la posguerra.
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hace 2 años
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