Soy fanática de Haruki Murakami y un amigo de la universidad me recomendó este escritor japones de principios de siglo. Debo afirmar que me ha encantado su narrativa y he disfrutado muchísimo de la lectura. Es cierto que es difícil comprender algunas comparaciones desde el ámbito occidental, pero me parece una maravilla literaria a pesar de todo. Trata de las vivencias de un joven tartamudo y su relación con un pabellón, el cual se convierte en el centro de su vida y en su máxima concepción de belleza. Una lectura que recomiendo para esas tardes largas de lectura y de reflexión.

Una novela de bella factura, de acuerdo, pero cabría añadir, algo extraña para el lector occidental al que creo que se le escapan algunas cosas. No resulta fácil empatizar con el protagonista ni entender bien sus razonamientos y motivaciones para actuar, especialmente en lo que atañe a un desencadenante conocido de antemano, al estar basada la novela en un hecho histórico inconvenientemente mencionado en la contraportada.

Al principio la novela se hace un poco pesada, un poco lejana de nuestra comprensión, excesivamente reflexiva y sin un argumento claro, pero a medida que avanzamos en la historia nos encontramos con un relato fascinante, con un protagonista tirando a desagradable pero cuyas reflexiones no podemos evitar leer con interés, comprendiendo poco a poco sus obsesivos pensamientos, comprendiendo la extraña relación de amor/odio que tiene con un hermoso monumento que se convierte para él en el símbolo de todo lo bueno y lo malo.

Una novela cautivadora, que presenta lo terrible en el ser humano desde una altamente sensitiva belleza expresiva; un logro sólo posible para Mishima.