Es increíble que una novela tan corta sea capaz de condensar tantas emociones, buscando los límites de la condición humana, confrontando: -la inmensidad inabarcable del mar contra la inmensidad "inmóvil" de la tierra (otra prisión), -la búsqueda de ideales y de modelos a imitar en la juventud, contra la frustación o renuncia a esos ideales en la vida adulta, -lo bueno de arriesgar contra lo malo de conformarse, y al revés, -las relaciones entre padres e hijos ("no existe nada parecido a un padre bueno, pues el papel de padre es malo en sí mismo", llega a decirse), -las libertades que anhelan (o anhelamos) contra las que les son impuestas (o nos imponen), -y la ética y el pensamiento del prójimo contra el egocentrismo, entre otros temas. Y todo bajo una atmósfera atosigante: el calor nos aplasta y se pega al cuerpo, el frío nos incomoda. Uno de esos libros (pocos) que me llevaría a una isla desierta.
hace 4 años