Por esas razones extrañas de la vida me topé con “Niños en el tiempo”, una novela de Ian McEwan publicada en 1987 y que no había leído hasta ahora, que encontré la edición de Anagrama publicada en el 2013. Dicho la anterior, solo agrego que fui afortunado: “Niños en el tiempo” es una gran obra de la narrativa británica. El resumen nos cuenta la historia de Stephen Lewis, un joven y renombrado autor de libros infantiles, que vive en Londres con su mujer Julie y su hija Kate, de tres años, y participa con un escepticismo a la vez resignado y divertido en las reuniones de una comisión gubernamental sobre la educación de los niños. Los Lewis parecen componer la típica familia feliz, pero un día Stephen va al supermercado con la niña, la cual desaparece de improviso: éste es el dramático punto de partida de esta extraordinaria novela. El vacío doloroso que deja la desaparición de Kate no abre solamente la crisis entre Stephen y Julie, que reaccionan de modo distinto a este trauma, sino que pone también en marcha una reflexión que, partiendo del significado de ser padres y de ser hijos, obliga al adulto a repensar sus certezas nunca verificadas, sus hábitos mentales, sus comportamientos. En estas páginas, ambientadas en un futuro próximo, con la guerra nuclear al fondo, se lleva también a cabo una acerada sátira política de la sociedad inglesa, encorsetada por un thatcherismo asfixiante. La novela no es un trhiller. Es una reflexión sobre la infancia, la paternidad, el matrimonio, el tiempo y la educación de nuestros hijos. Les recomiendo ampliamente “Niños en el tiempo”.
hace 4 años