Hacía tiempo que no disfrutaba tanto con una novela como con este libro de Dicker. Desde el momento en que un adolescente de 16 se liga a una chica preciosa de 18, futura estrella del pop mundial, ya me ha conquistado. Si además viajo por el lujo de los Hamptons y Florida, genial. Debajo del éxito, brillo y futuro de los Goldman de los Baltimore, sin embargo, latían celos, envidias, malentendidos y una sucesión de errores que acaban en los Dramas, que no en el Drama a secas, como bien corrige el moribundo tío Saul. Hay licencias argumentales poco creíbles: ¿cómo el implacable abogado de éxito de Baltimore, padre de familia y perfecto esposo acaba siendo un infiel (¡con la profesora de tenis 20 años más joven! ¡Menudo cliché!) y un estafador ladrón de su bufete? ¿Cómo es que el camorrista herculino le tiene tanto miedo a la cárcel, cuando el ex-marido de Colleen, por ejemplo, se pasa un par de años en prisión tan campante? ¿En qué momento Woody se convierte en un miedica? Y, sobre todo, ¿en qué momento este chico perfecto pasa a ser un asesino de policías a sangre fría? Y ¿cuándo Hillel dejó de ser tan inteligente para ser tan estúpido como para iniciar una fuga, dejarse el carné en el policía muerto u olvidarse el bote de la medicina del dopaje en su armario cuando ya había cumplido su objetivo? Bueno, me da igual, será que como a la banda de los Goldman el encanto de Alexandra me obnubila.
hace 5 años
6
-19