Por fin, un libro de este escritor que me gusta. Se lee en un día porque no puedes parar de leer. Un libro tierno y muy divertido. Para leer con tus hijos si aún son pequeños. Hasta la reflexión del autor es totalmente acertada.

Corto, dinámico y divertido. Bonito, para compartir con los peques y aboradar unos cuantos temas y relatos que encuentro interesantes.

Una faceta sorprendente e inesperada de este autor suizo, que casi siempre borda lo que escribe, en este caso una corta novela divertida, que parece infantil, pero trata muchos temas importantes que, aunque parezcan infantiles y más de personitas especiales, muestran nuestra sociedad por el derecho y por el revés. Estos temas son el rol de los padres con los hijos, la relaciones entre los padres en los colegios, la educación inclusiva, el profesorado, la democracia, hasta los pasos de peatones… La lógica infantil esta muy bien plasmada y muchas veces deja a los adultos sin saber qué contestar. Me ha gustado y he sacado mi moraleja particular y provechosa. Estoy muy de acuerdo con las reflexiones de Joel Dicker en el Prólogo.

Aunque es un cuento, para todos los públicos, me ha gustado mucho. No soy muy amiga de cuentos pero en éste despliega un abanico de valores que muchas veces se olvidan y que alguno se está perdiendo, por lo que lo hace muy ameno. Son 145 páginas que te lees en dos días, o en uno si tienes tiempo.