Tiempo mío, fiera mía, ¿quién podrá mirarte a los ojos y soldar con su sangre las vértebras de dos siglos? Estos versos de Osip Mandelstam conforman el horizonte del presente libro. El siglo, título del poema, adopta en sus páginas la forma de un asesino, de un misionero y de un huésped errante. En torno a sus voces está la piedra volcánica de una casa en medio del campo. Viento, piedras, el fuego del hogar: de la materia se eleva un lamento, y tras sus historias un coro los persigue y los acaba arrastrando. Un espléndido relato dominado por el blanco color de los relámpagos que rasgan la oscuridad de una noche trágica.