En "La natura expuesta" el autor da voz a un escultor, un hombre cercano a los sesenta años que vende pequeñas esculturas de piedra y madera, y hace trabajos de reparación en otras. El protagonista vive en un pueblo bajo las montañas, que conoce muy bien, y que se sitúa cerca de la frontera, y donde ayuda a pasar al otro lado a extranjeros. Un incidente que nunca deseó le obliga a irse del pueblo, y se desplaza a una ciudad al lado del mar, donde un cura le encarga una reparación bastante peculiar.
El trabajo consiste en reparar una estatua de mármol de gran valor artístico, un crucifijo de tamaño natural en el que deberá recuperar la desnudez original de la figura de Cristo. El protagonista se sumergirá en la tarea en cuerpo y alma, y nunca mejor dicho; con delicadeza, tomándose su tiempo y estudiando cada detalle, en lo que acabará siendo una experiencia no solo física sino también mística.
Hay muchos elementos comunes al autor y que también se encuentran en otros de sus libros, como la pasión por la montaña y el alpinismo, el interés por las religiones (en este caso, además de la propia figura del Cristo crucificado, entre los personajes con los que se relaciona el escultor encontramos a un cura católico, un rabino y un musulmán), y los temas sociales, en esta novela en concreto la inmigración (muy en auge en su país y que no rehúye afrontar, al contrario, con su sinceridad habitual suelta verdades como templos).
Erri De Luca es uno de mis escritores preferidos, y no puedo dejar de destacar una vez más la maravilla de su prosa, sencilla, tan poética que a veces parece casi abstracta, y que a la vez resulta muy profunda. Una historia preciosa y una delicia de leer y releer.