Los tres escritos contenidos en este libro tienen una textura semejante; son voces que hablan y que nosotros escuchamos. Y todos tratan de lo que trata la literatura, de la memoria, o sea, del pasado. Con esa función que, en palabras del autor, tiene a veces la literatura de “forzar arcas y armarios”. En "Negocios de familia" un terapeuta recibe la visita de un paciente que no quiere revelar su nombre ni su profesión y que se interesa, en cambio, por las fotografías familiares que el psiquiatra tiene en su despacho. La aparición del individuo, que padece insomnio desde hace años, coincide con la muerte del padre del terapeuta y abre la puerta a un pasado incómodo y feo, a la memoria de años siniestros y a episodios de la historia reciente voluntariamente omitidos o sumergidos en la penumbra del olvido. "Conversando con el agua" recoge la voz de un hombre que le habla a los turistas junto a la fuente de su ciudad. El agua que fluye, que se bebe, que se desborda y que alguien tiene que narrar. El hombre, con un sombrero ridículo en la cabeza, se aplica a esa tarea. Lo hace incluso en sueños, como sonámbulo, hasta que tanto él como sus ocasionales oyentes son rescatados por la irrupción de una realidad más concreta y cotidiana. "Insomne", escrito originariamente en gallego como texto para magnetófono, y estrenado como tal en el año 2001, es el monólogo de un personaje implacable, también surgido de la memoria. Vencida su lucha contra el sueño -debilidad de poetas y refugio de hombres sin virilidad-, el hombre aguarda despierto e inmisericorde la llegada de esa otra vigilia sin nombre y sin final. Así se forja a sí mismo un monstruo.