La aparición de este libro de cuentos fue como la llegada de la televisión: después de su publicación, la literatura chilena no volvió a ser la misma. Partían la democracia, los 90 y Alberto Fuguet. Aplaudido y pifiado a la vez, este corto libro sobre personajes en situaciones límite se transformó en un objeto de culto y, tras miles de ejemplares y docenas de ediciones, mantiene su vigencia y sigue cautivando a nuevos lectores que se sorprenden con este mundo de jóvenes sobreestimulados que deambulan por la orilla oscura.