Dos tipos que rondan los cuarenta años se juntan una calurosa tarde en el estrecho departamento de uno de ellos a conversar y a ajustar cuentas con el pasado. Podría decirse que se trata de una ex pareja, aunque quizás nunca lo fueron del todo, pues detrás de una ambigua relación gay de casi diez años hay una ausencia llamativa, determinante, rara. Y es justamente esa ausencia la que provee de suspenso y sentido a la larga conversación que ambos sostienen mientras toman whisky y cae la noche santiaguina.