Siglo XIX. Olivero vuelve a su pueblo natal, donde había sido profesor, tras treinta años de ausencia y de una vida trepidante de peligros y aventuras en Cádiz y en una esperanzada nación sudamericana. Sin embargo, a su regreso parece que el río de su infancia corre en sentido contrario a su recuerdo. Desconcertado, pasa frente a la casa de uno de sus antiguos alumnos y observa con horror como éste intenta alimentar, con gran violencia, a una criatura delicada y fascinante como el jade. Olivero la reconoce: es aquella Niña Verde de su juventud, que había aparecido con su hermano conmoviendo y trastornando a los habitantes del pueblo. No puede permanecer indiferente y decide salvarla.