Como advierte Herbert Read en la introducción de Al diablo con la cultura, esta serie de ensayos fueron publicados mientras transcurría la Segunda Guerra Mundial, momento histórico en el cual el arte como fenómeno social era ampliamente discutido, así como también su función, y las obligaciones éticas de los artistas. A lo largo de todo el libro, la concepción de Read sobre el arte se despliega en distintas dimensiones y se analiza desde diversos puntos de vista. En Al diablo con la cultura, Read concibe al arte como un fenómeno que excede el plano estrictamente artístico, y que se involucra con la política y la economía. "Históricamente hablando, sólo podemos identificar a una civilización por el arte que nos ha legado. Sometidas a la prueba del tiempo, las civilizaciones se reducen a sus obras artísticas; lo demás parece comido por la "podredumbre. Hasta los períodos más remotos de la historia se nos vuelven palpitante realidad en un fragmento de hueso tallado o en un dibujo rupestre. Las ciudades y las fértiles llanuras desaparecen, pero sepultados en sus ruinas, enterrados en tumbas y santuarios, encontramos un vaso, una joya, unas monedas, que nos hablan con voz clara y nos dicen del carácter de esa civilización perdida. No nos dicen, simplemente, que este pueblo o aquel otro adoraban al Sol, que peleaban sus batallas en carros de combate, que creían en la resurrección de los muertos. Nos dice algo más, pues estos son datos accesorios que podemos averiguar en otras fuentes. Las obras de arte nos hablan de manera más directa, ya que, por su forma y por su estilo, nos dan la pauta del refinamiento que poseyó una civilización."