Construido por los Cadbury para sus trabajadores a finales del siglo XIX, el plácido suburbio de Bournville es la sede de una famosa fábrica de chocolate. En el número 12 de Birch Road viven Mary y su familia. Para ellos y para el resto de la comunidad, la fábrica es el centro del mundo: la razón por la que las calles huelen ligeramente a chocolate, el lugar donde la mayoría de sus amigos y vecinos han trabajado durante décadas. A los once años, Mary será testigo del fin de la Segunda Guerra Mundial. Vivirá también la coronación de Isabel II y la final de la Copa del Mundo (la última que ganó Inglaterra), bodas y funerales reales, el Brexit y el Covid-19. Tendrá hijos (Jack, Martin y Peter), nietos y bisnietos. Verá cómo una parte de la fábrica de chocolate se transforma en un parque temático y cómo Bournville, hasta entonces un enclave tranquilo, es engullido poco a poco por la vida moderna y la expansión creciente de la ciudad. A lo largo de setenta y cinco años de cambios sociales, desde James Bond hasta la princesa Diana, desde la nostalgia de los tiempos de guerra y el excepcionalismo inglés hasta la World Wide Web y una pandemia mundial que lo pondrá todo en jaque, se teje una afectuosa obra de historia social en forma de ficción, el retrato de las cuatro generaciones de una familia cuyos sueños, éxitos, desencuentros y desventuras (muerte de seres queridos, agresiones xenófobas, dificultades matrimoniales, huelgas laboristas o el thatcherismo) reflejan las cambiantes aristas de la Gran Bretaña de posguerra. Un relato a lo largo del cual asoma una acuciante pregunta: ¿acercarán esos tiempos de cambio a la extensa familia de Mary –y, por ende, a todo el país– o la dejarán más a la deriva y dividida que nunca?