En una cerrada y endogámica universidad canadiense de finales de los años 70, el regreso de un profesor apartado mucho tiempo atrás coincide con la noticia de la muerte de un coleccionista de arte del que diversos docentes esperan beneficiarse. En medio, las rivalidades entre el profesorado larvadas a lo largo de los años y a través de las cuales se muestra lo más bajo de las personas pese a su apariencia docta. Con el personaje de una alumna becada en contacto con las figuras en disputa y que tiene el aliciente de ofrecer el punto de vista de una observadora imparcial, la novela cae en el tedio en muchos puntos y sólo se salva en pequeños pasajes que no logran compensar las deficiencias. Si bien Robertson Davies no resulta tan tedioso como en “El mundo de los prodigios”, no logra captar la atención del lector al mismo nivel que como consiguió en “El quinto en discordia”, ambas aquí reseñadas. www.antoniocanogomez.wordpress.com
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