¡Qué decepción! La novela empieza vibrante y perfecta pero pronto se mueve hacia un ejercicio insufrible de pedantería a partir de un supuesto juego psicológico que no pasa de ser un insulso intercambio de simplezas disfrazadas de filosofía barata. El final es más propio de un manual de autoayuda que de una novela escrita por un autor reputado. Cada personaje es una fotocopia del anterior, todos pretenden demostrar sus dotes persuasivas y reflexivas y todos resultan de un pedante insoportable. La transformación repentina del protagonista, de actitud sugestiva en las primeras cincuenta o sesenta páginas, y de estúpida inmadurez en el resto, terminan por despistar a este atónito lector. Por cierto, ¿qué fue de su problema de alcoholismo? Desapareció en un momento dado como por encantamiento... Por último, traducción sustancialmente mejorable
hace 5 años
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