Aunque en la intimidad del libro entras desde la primera página, sí que es cierto que Joaquín Berges ralentiza la lectura con diálogos en los que abusa de las acotaciones como si de una obra teatral se tratara. Soy enemigo de las búsquedas, detesto las lápidas templarias, los santos griales y las sábanas santas. Aquí también hay una busqueda, pero es la del recuerdo, la identidad, la memoria, la emoción, nada que ver con eso que tanto me disgusta. Sin que pasen grandes hechos el libro te atrapa, te sume en la reflexión y resulta plenamente atractivo. Bien construido, bien escrito, para mí Berges es todo un descubrimiento que pienso seguir explotando. Muy recomendable.
hace 6 años