Francho, cartero por vocación y soltero irremediable por su físico, lleva una vida rutinaria, pulcra y ordenada. Desayuna y almuerza a diario con Hortensia en el café de su mejor amigo, y los fines de semana se deja arrastrar por éste a su grupo de aficionados a la astronomía, un peculiar club de solitarios que se dan cobijo entre sí. A todos les extraña que Francho no hable nunca de mujeres ni se le conozca relación alguna, porque todos ignoran que Francho disfruta en realidad de un placer solitario incubado en la mercería que tenía su madre, el del fetichista que se viste secretamente con lencería femenina. Bastará un incidente y una noche en el calabozo para que, entre chulos y prostitutas, Francho se imponga una misión y descubra cosas de sí mismo que desconocía. Paralelamente, su mejor amigo, el dueño del café, divorciado de larga duración, se siente atraído por Hortensia e intenta por todos los medios ser para ella algo más que un confidente.