De Natalia Ginzburg solo había leído “A propósito de las mujeres”, compendio de relatos centrados en mujeres que me gustó mucho. Tenía pendiente seguir leyendo a la autora y “Todos nuestros ayeres" ha sido una muy grata sorpresa y excelente lectura que eleva aún más mi opinión de ella.
Se trata en este caso de una novela ambientada en Italia justo antes y durante la II Guerra Mundial. Aunque en algún momento se centra en algún personaje concreto yo la definiría como novela coral y familiar, pues abarca la vida de una gran "familia" italiana (padre, hijos, vecinos, amigos..., más allá de los lazos sanguíneos) durante ese periodo bélico. Se divide en dos partes diferenciadas, algunos capítulos son más descriptivos, otros intensos en cuanto a sucesos y sensaciones. Plasma de manera soberbia la vida de los protagonistas, la preocupación de unos jóvenes por la presencia del fascismo, la guerra en el campo y la ciudad, y tantos otros temas. Los personajes están muy bien caracterizados, uno se imagina a cada uno con su carácter y peculiaridades, y se aprecia su evolución en el tiempo. También se retrata el devenir histórico, hay una simbiosis perfecta entre las historias personales y ese entorno político e histórico en el que transcurre la novela.
Es una lectura fluida y muy amena, con dramas, sorpresas, momentos divertidos, de solidaridad, y también soledad y tristeza, son páginas en las que parece pasar la vida entera con sus altibajos. El desenlace es como cerrar el círculo, los hermanos y amigos que siguen vivos han vuelto al lugar de origen, siguen juntos, han madurado, y la vida continúa, con una guerra a cuestas y unas cuantas pérdidas.
Novela inmensa e intensa en cuanto a contenido y calidad, una maravilla. La prosa es sencilla pero bella. La edición que he leído, con la traducción de Carmen Martín Gaite (tampoco sé si existe otra), me ha parecido magnífica. Lectura y autora absolutamente recomendables, una de las grandes de la literatura, y que creo que todavía no se la reconoce como se merece.