Estos cuentos pueden ser leídos por hinchas de River o de Boca, por quienes entiendan y amen el fútbol o por los que no lo entienden y lo aborrecen. Ya es hora de que la literatura futbolera deje de ser considerada un género menor o de cabotaje. El fútbol es el espejo que mejor espeja a la condición humana; en este caso, a la condición argentina. Los relatos de Braceli van mucho más allá del fútbol. Son historias tremendas y preciosas, encantadoras y trágicas, escritas con maestría y latido. En estas páginas, el humor y el delirio funcionan como herramientas que alumbran nuestros complejos de inferioridad y de superioridad, nuestras supersticiones que mutan en religión, o viceversa. La literatura a todo se atreve; hasta los hinchas de River y de Boca se necesitan, conviven. Aquí, la costumbre nacional de la antinomia estalla en pedazos. El fútbol no es aquí más que un gran pretexto para meditar con hondura (¡y sobre todo con gracia!) sobre lo esencial de nuestra vida. Además, la excelente prosa de Braceli es un raro ejemplo de antisolemnidad y hondura. Héctor Tizón Braceli cuando escribe está brotado de creación. Inventa a partir del lenguaje y de las situaciones. Tiene reflexión y pensamiento propios y originales. Arrolla al lector (posee un extraordinario don de comunicación, emociona sin hacer gestiones para emocionar). Es un talento. Antonio Di Benedetto