Borges siempre afirmó que era dos Borges, y Braceli, en este libro, denuncia la existencia de un tercer Borges, un inquilino atroz que perpetra barbaridades orales: elogios a Pinochet, chistes sobre asesinatos y encarcelamientos, críticas a los norteamericanos por enseñar a leer a los negros. Reportajes reales se mezclan con conversaciones ilusorias y cuentos de cuchilleros. Don Borges, saque su cuchillo porque he venido a matarlo es una contribución importante al estado de la intelectualidad argentina de hoy. Es la prueba de cómo se puede realizar, literariamente, un deicidio sin perderse en infamias personales.