“Factotum” es la segunda novela protagonizada por Henry Chinaski, alter ego de Bukowski. Pensé que después de la impactante “La senda del perdedor”, que abarca la infancia y adolescencia del protagonista, su continuación podía perder fuerza o resultar monótona. Al contrario, para mi satisfacción me ha gustado tanto o más que la primera.
Chinaski ha madurado desde el adolescente perdido que era en “La senda del perdedor”, aunque no deja de ser un veinteañero sin rumbo fijo, descartado para servir a su país en la Segunda Guerra Mundial, que viaja de una punta a otra del mapa, encadena trabajos mediocres que pierde a la misma velocidad que los consigue, sin importarle lo más mínimo. Él mismo dice: “Yo era un hombre que me alimentaba de soledad”, aparte hay grandes dosis de alcohol, mujeres y sexo.
Diversas ciudades, trabajos, alcohol, desempleo y mujeres, ese podría ser el resumen de esta novela, pero su lectura no se hace para nada repetitiva. El personaje de Chinaski, que se sitúa entre los marginados de la sociedad, resulta a veces repelente, pero no deja de ser interesante. Llama la atención su desprecio al sometimiento al mundo laboral: “Fue entonces cuando aprendí que no es suficiente con hacer tu trabajo, sino que además tienes que mostrar un interés por él, una pasión incluso”, “Francamente, estaba horrorizado de la vida, de todo lo que un hombre tenía que hacer sólo para comer, dormir y poder vestirse. Así que me quedaba en la cama y bebía”.
Destaca su estilo directo y crudo, esa crítica mordaz a una sociedad que no le gusta, el tono de superioridad o rebeldía que muestra, que parece que nada le importa, aunque luego siente una ilusión casi infantil cuando su primer relato es publicado. Sus aspiraciones literarias están ahí, quiere ser escritor, “Soy un escritor temporalmente bajo de inspiración”, pero aún le falta mucho para llegar al sumun de su escritura.
Una novela amena que se lee casi de un tirón. El protagonista y su alcoholismo galopante, y las descripciones de las decenas de empleos por los que pasa, sazonadas con su particular humor ácido, sin olvidar que, en mayor o menor medida, es autobiográfica, hacen de ella, en mi opinión, una lectura adictiva y muy buena.
hace 4 años
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