No puedo ser totalmente imparcial a la hora de juzgar una obra de Woody Allen, porque soy un admirador confeso. Ni siquiera puedo serlo con su autobiografía A propósito de nada (2020), que el director de cine ha decidido publicar a sus 84 años. Vaya esto por delante antes de seguir leyendo esta reseña.
Los recuerdos de infancia y juventud del joven Allan Stewart Konigsberg (más adelante Woody Allen) están relatados de forma intencionadamente caótica, con muchos saltos en el tiempo y continuas alusiones a sus raíces judías y el maravilloso caos familiar en el que creció.
La narración es brillante y está llena de humor, algo parecido a lo que se puede leer en Groucho y yo, la autobiografía de otro de los grandes. Allá van algunos ejemplos: el primero, la tormentosa pero entrañable relación de sus padres:
“Siguieron casados durante setenta años, sospecho que por puro rencor”.
Y otro sobre el continuo e inevitable fracaso de todos y cada uno de los negocios que emprendía su padre:
“Se las arregló para ayudar a mi padre a comprar una tienda de ultramarinos de Flatbush Avenue a la que no le iba muy bien y mi padre, gracias a una planificación cuidadosa y trabajo duro, consiguió duplicar las pérdidas en tiempo récord”.
También hay grandes dosis de autocrítica, a menudo llegando a la crueldad. Allen no sólo se ríe de sí mismo, sino que también cuestiona su propio talento y capacidad intelectual, regodeándose en sus fracasos más sonados (véase El dormilón) en lugar de omitirlos o pasar de puntillas sobre la cuestión. Para algunos será falsa modestia, yo creo que simplemente es humildad.
“Me asombra cuántas veces me describen como un intelectual”.
Eso sí, cualquier buen aficionado al cine disfrutará de las anécdotas, las curiosidades y los chismes que han rodeado la vida de Woody Allen y sus películas. Algunas son realmente sorprendentes. El autor habla en general bien de todo el mundo, aunque también dedica comentarios muy ácidos hacia las personas que le han hecho daño o que han tratado de perjudicarle.
Ajuste de cuentas
Sin embargo, la parte más morbosa del libro (en la que cuenta su relación y tormentosa ruptura con Mia Farrow), que es la que probablemente motivó a gran parte del público a comprar el libro, es la que menos me ha gustado.
El cineasta ofrece su versión de los hechos, abandonando el tono irónico y chispeante para ponerse serio. Los tribunales le dieron la razón en su día, pero la mancha sobre su prestigio y su buen nombre permaneció ahí. De hecho, todavía te encuentras a gente que se refiere a él usando términos como “pederasta” o “degenerado” sin conocer la verdad. Conozco incluso a personas a las que les dejaron de gustar sus películas (??) después de “descubrir” qué tipo de depravado era Woody Allen.
Por eso considero que es totalmente lícito que haya dedicado tiempo y esfuerzos en tratar de limpiar su propia imagen a través de este libro, un modo de ajustar cuentas con los Farrow y con la opinión pública antes de irse al otro barrio.
Huyendo de mitos y chismorreos, Woody Allen se presenta tal como es, con sencillez y sin dramas. A propos of Nothing es en definitiva el relato de una vida interesante contada de forma amena, lo cual se traduce inevitablemente en una buena lectura. Como él mismo dice en otra parte del libro:
“El resto es historia, aunque también lo es el Holocausto”.
hace 4 años
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