Imagínese el lector un mundo perfecto, la sociedad más avanzada y políticamente mejor estructurada hasta la fecha, la del Imperio Austrohúngaro de principios del siglo XX y cómo toda esa sociedad culta y perfecta se viene abajo de la noche a la mañana en los albores de la Primera Guerra Mundial. Ese es el mundo que retrata Stefan Zweig en sus memorias, y el misterio de su desaparición la incógnita a la que no sabrá dar solución y que le llevará, pasado el tiempo, al destierro primero y al sucidio después al otro lado del mundo. Se trata sin duda de un mundo perdido, inimaginable hoy, el que Zweig recupera para el lector, rescatándolo así del olvido. Testigo a su pesar de todos los grandes hitos políticos de la primera parte de su siglo, Zweig se muestra en estas páginas como el primero de los grandes europeistas y eso a pesar de que cuando escribe estas páginas ya se vislumbra la hecatombe nazi que se avecina y que llevará al autor a su trágico y autoimpuesto final. Insustituible. (Gloria Magro)
hace 14 años