Aunque relatada como una novela, es una historia verídica, autobiográfica. Brutal, conmovedora, cruel y, lo que es peor, real. Leí críticas de este libro, todas buenas, pero una de ellas me sorprendió porque decía que estaba contada desde el odio y desde el victimismo, que no había naturalidad ni realismo en la forma de expresarse. No puedo estar más en desacuerdo con ello, la historia no está carente de realismo, supura verdad desde principio a fin. En ningún caso sentí que la protagonista quisiera mostrarse víctima, sí plasma la impotencia, la amargura, y el odio, un odio que transmite al lector, que traspasa el papel, ¡qué menos! Agradezco que un libro provoque en el receptor los mismos sentimientos que los protagonistas de las historias están experimentando. Cómo no odiar la crueldad, la maldad, el fanatismo, la vejación, y sobre todo, la permisividad para con éste y otros muchos crímenes que a día de hoy se siguen cometiendo. ¡Qué menos! Si tenéis oportunidad, leedla.
hace 8 meses