Woody Allen ha sido siempre un provocador. Con esa pinta de infeliz que no se come una rosca, se permite insolencias que ni siquiera los más "duros" pueden a veces perdonar. Tras ser expulsado de la New York Universiry y del City College, se dedicó a lo que realmente le interesaba: escribir para la radio y la televisión. También escribió su primer guión cinematográfico: What`s new Pussicat. No contento con violentar a la gente desde un escenario, consiguió finalmente hacerlo desde la pantalla. Le faltaba un medio para mejor fastidiar: la palabra escrita. De modo que empezó a colaborar regularmente en la revista The New Yorker, de donde proviene la mayoría de los textos reunidos en este volumen. Como escritor Woody Allen quiere acabar de una vez con todas con la cultura, aunque tendría primero que acabar consigo mismo, porque, no cabe duda, Woody Allen lo sabe absolutamente todo y se permite el lujo de ironizar sobre Freud y la psiquiatría, Kant y la filosofía, Ingmar Bergman y el cine, Gretrude Stein y las autobiografías, la mafia y todos los padrinos, los políticos, el poder y la autoridad, en fin, todo lo que creíamos verdades e instituciones inquebrantables.