En el límite entre París y sus suburbios está el parque de atracciones Uni-Park, que limita con una capilla donde se guardan los restos de un príncipe poldavo: espacio queniano típico, cruce entre lo real y lo simbólico, lo urbano y lo rural, donde el lugar de diversión y el de meditación se enfrentan y acaban por confundirse. Pradonet, el dueño del parque, quiere comprar el terreno a Mounnezerques, el cuidador de la capilla, pero éste se niega. Pradonet, además, tiene una amante, Léonie Prouillet, que aún no ha enterrado su amor juvenil por el tenor Jojo Mouilleminche: pasión reavivada por la llegada al Uni-Park del faquir Croula Bey, hermano de Jojo, quien da a Léonie la triste noticia de que éste ha muerto. No menos agitada está Yvonne, la hija de Pradonet, que no sabe negarse a la solicitud de los hombres y que seduce también a Pierrot, empleado en el Palacio de la Carcajada y después encargado de transportar unos animales para el circo Mamar. Durante el viaje con los animales, Pierrot irá tejiendo una trama cuya incógnita, más que desvelarse, se desplaza: el faquir y el tenor resultan ser la misma persona (felizmente para Léonie, que ha reencontrado a su gran amor), en una circulación de identidades que incluyen al príncipe poldavo y al dueño de los animales. El mismo parque de atracciones no escapa al juego de las máscaras y las transformaciones, ni tampoco Pierrot quedará libre, hasta el final, de sorpresas y engaños.