La historia del relato del crecimiento personal de un niño y de todos los que le rodean es un buen recurso novelesco. La novela se desarrolla bien y el giro argumental del final le da luz y color. Su carencia y su fallo es el exceso de edulcorantes que tiene el lenguaje. El mismo azúcar caramelizado que le gusta a Justo, el protagonista, llena cada página de exceso y empalago. Parece que el almíbar chorrea de sus páginas. Ése exceso, al menos para mí, ralentiza la historia. A pesar de que Huerta escribe fenomenal la hace poco creíble ese dulzor excesivo que salpica todo el libro. De la galería de personajes existente, me parece estupenda la tía Visi. Me recuerda, con un guiño cinéfilo, al personaje de Charo López en la magnífica película 'Secretos del corazón" de Montxo Armendáriz. La historia comienza con la histórica visita que va a realizar Ava Gardner a inaugurar un cine de verano en Calabella, muy cerca de Tossa que fue escenario de uno de sus rodajes. Ese día cambiará la vida de todos los protagonistas. Hilarante resulta en que todas las tías de Justo andan probándose los vestidos negros que han de servirles de mortaja. Hecho que repiten cada año por posibles cambios de talla. No está mal pero es muy mejorable.
hace 2 años