Pastelón con menos profundidad que la piscina de un loro. El típico relato de dos tiempos confrontados narrados en primera persona, pero sin ningún tipo de diferencia de registro en la exposición, es decir, lo “cuentan” igual, con el mismo lenguaje y los mismos giros del habla, sin que hayan pasado 80 años… Vamos, que se confunden Alice y Teresa, sin que uno sepa distinguirlas. Pretende ser un compendio de sensibilidad y no consigue despertar sentimientos ni por una protagonista ni por la otra. Estilo lineal, de taller literario trasnochado. Es que es ñoña, almibarada, una novela rosa, pero casi roja y llegando al morado. Porque estrangula. Maxim será periodista, presentador agradable, narrador televisivo de viajes, y podrá escribir. Pero en este libro no hace literatura. Muy floja.
hace 5 años