Resumen

Gran Bretaña, 1984. El anuncio del cierre de las minas de carbón desata la mayor huelga de la historia británica. Piquetes, policías, esquiroles, empujones, puñetazos, golpes de porra. Para imponerse en la batalla, la primera ministra Margaret Thatcher encarga al Judío, un oscuro ejecutivo de las cloacas del Estado, que aplaste al enemigo interno recurriendo a cualquier tipo de método. Escuadrones parapoliciales, palizas, ocupación de poblaciones enteras, agentes provocadores. Enfrente estará el Sindicato Nacional de Mineros, liderado por el carismático Arthur Scargill, el Presidente, el Rey Carbón, el Führer de Yorkshire, capaz de movilizar a miles de mineros con sus piquetes volantes o de recabar apoyos y solidaridad de la Unión Soviética o de la Libia de Gadaffi. David Peace ganó el James Tait Black Memorial con esta despiadada y magistral novela negra que narra la vez que más cerca estuvo Gran Bretaña de una guerra civil.

1 Críticas de los lectores

Comenzó siendo un conflicto laboral, uno más, pero pronto se convirtió en una guerra por la supervivencia. En marzo de 1984 los mineros del Reino Unido plantaron cara al gobierno ultraconservador de Margaret Thatcher, y la huelga -el inmisericorde enfrentamiento interno- se prolongó durante un año.
Choques sangrientos entre los piquetes y las fuerzas del orden -pagar impuestos para que te abran la cabeza, ¡qué paradoja!-, intoxicación informativa, manipulación política, ciudades en estado de sitio, espionaje, empobrecimiento moral y económico, muertes evitables: no hubo tregua.
Nunca una democracia jugó tan sucio, jamás un gobierno actuó con tanta saña, nunca las comunidades mineras se vieron tan seriamente amenazadas.
O el movimiento obrero o la dama de Hierro, o el socialismo o el capitalismo salvaje, quien perdiese estaba acabado...
...quien ganase, también: matones, desempleados, esquiroles, amas de casa, mineros en edad de jubilación, miembros de piquetes, detenidos. Nadie salió ileso, todos resultaron heridos: heridas invisibles que no dejan de sangrar ni de doler.
Narrar lo ocurrido no es sencillo. La violencia, la inquina y el ánimo de venganza no siempre se llevan bien con la literatura. La escritura de David Peace parece imitar la pertinaz lluvia británica, a ratos intensa, a ratos débil, siempre empapa. Sus retazos calan hasta los huesos del lector, que dificilmente dejará de sentir lástima por los protagonistas. Todos ellos acaban convertidos en papeles emborronados, todos arrastrados a las cloacas.
Su forma de narrar no es nueva, pero si original dentro de un panorama editorial anodino y, sin duda, la apuesta de Hoja de Lata Editorial es arriesgada y valiente.
El lector decidirá si cierra el paragüas y se moja con diálogos sesgados y eléctricos, pensamientos disparados a bocajarro, reflexiones agónicas a quemaropa, con la sucesión de vidas fragmentadas, con uno de los años más largos de la historia británica reciente.
Bendita lluvia la que nos muestra un arcoiris literario diferente. (Jorge Juan Trujillo, 10 de abril de 2018)

hace 6 años