Tras un largo exilio, el Narrador regresa al Chile de los últimos años de la dictadura no sólo «para no vivir desconectado, como pieza suelta» sino para investigar en los documentos del siglo XVIII la atribulada vida del sombrío Joaquín Toesca, arquitecto italiano enviado a la Colonia para terminar los trabajos de la Catedral, y de su mujer, la bella y descocada Manuelita Fernández de Rebolledo, que saltaba como una gata las murallas del convento, donde el arquitecto celoso la tenía encerrada, para entregarse a sus excesos libidinosos. El Narrador es a la vez el historiador que nos cuenta, en las noches de toque de queda, cómo Toesca, cornudo pero entregado a su arte, proyecta el Palacio de Moneda, de triste recuerdo en la historia reciente de Chile, y el involuntario cronista de su tiempo que retrata una sociedad de «vencedores» un mundo tal vez similar a aquel en que lucha Manuelita por sus amores, y de «vencidos» desgarrados por insolubles contradicciones.