Los personajes que habitan su trama son en su mayoría personas de posición acomodada, cuya vida discurre en ambientes de marcada opulencia... pero las pulsiones que les asaltan dejan ver que los oropeles no son la esencia de la vida. Su búsqueda, la de la protagonista de la novela en particular, refleja el anhelo del ser humano por conocer, por saber qué se esconde al otro lado de este mundo material, tan bello y tan injusto al mismo tiempo. Una búsqueda que la llevará a los lugares más distantes del orbe, desde el México de la Ribera Maya al Bombay de la India, y en la que se verán reflejados lectores del más variado perfil, pues conecta con la esencia del ser humano y con sus inquietudes más ancestrales. La historia comienza cuando Alda San Facundo pierde a sus padres en un accidente de aviación a los cuatro años de edad y se tiene que trasladar con Madmua, la persona que la ha criado y a la que considera su madre, a la finca de sus abuelos, lugar en el que habita la magia y rige la armonía de la naturaleza, y que marcará de manera indeleble su existencia. En Madrid, donde acudirá más tarde a estudiar medicina, conoce a Casilda Alcaiz, que ha tenido una vida en muchos aspectos similar a la suya. Su extremada afinidad hará que lo compartan todo y que suscriban un pacto: el que las comprometerá a que la primera que muera comunique a la otra si hay vida después de la muerte.