Una historia tierna y divertida, relatada con un lenguaje simple y directo, que llega al corazón del lector. Alfie , el protagonista, es un gato muy especial. Él llegó a Edgar Road, una tranquila calle londinense, en la primera novela de la autora, El gato que curaba corazones. Allí cambió la vida de algunas familias al instalarse como gato de portería como él lo llama, porque comparte su vida con varias familias a la vez. El hecho de que sea la segunda entrega de la historia gatuna, no supone ningún impedimento para su lectura, ya que la autora, recuerda, de forma rápida y ágil, si el argumento lo requiere, lo que ocurrió en el pasado de la vida del protagonista. En este segundo libro Alfie junto con su entrañable amiga Tiger se enfrenta a diversos problemas de sus familias adoptivas y a la aparición de una nueva familia en el barrio, la cual tiene un comportamiento muy extraño y sospechoso. La pareja destaca por sus dotes detectivescas para resolver el conflicto vecinal y su ingenio para trasmitir a los humanos las sensaciones y conclusiones que van extrayendo. Alfie, además, se va a enfrentar por primera vez a algo desconocido e inesperado, el amor. La historia relatada en voz del protagonista muestra en dos planos la realidad. Por una parte la complicada relación entre los humanos, las obligaciones sociales a las que se ven sometidos en muchas ocasiones, y las propias cabilaciones, quizás innecesarias, que determinan sus vidas; y por otra, la vida tranquila y serena de un gato que ve con otra perspectiva los mismos hechos. La narración es fluida, con mucho diálogo, y con bastantes toques de ironía. Una novela amable, para pasar un buen rato divertido, y es, sin duda, una buena lectura de evasión que deja un buen sabor de boca al lector al terminarla. (Núria García, 8 de junio de 2018)
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