En la Barcelona de la posguerra —ese espacio ya mítico donde transcurre la narrativa de Marsé—, el capitán Blay, con su cabeza vendada y sus suspicacias sobre los escapes de gas que están a punto de hacer volar toda la ciudad, se pasea por el barrio sacudido aún por los estertores de la guerra perdida y acompañado por los espectros gimientes de sus hijos muertos. Escoltado por el joven Daniel a través de aquellas calles póstumas, conocerá a los hermanos Chacón, quienes custodian la verja de entrada de la casa en la que convalece Susana, una adolescente enferma de los pulmones, hija de la señora Anita, bella y ajada taquillera de cine, y de Kim, un revolucionario, huido del país y nimbado por el fulgor mítico de los furtivos. Pronto llegará a la casa un amigo y compañero de viaje de Kim, Forcat, que narrará la arriesgada aventura que el padre de la niña emprendió en Shanghai, enfrentado a nazis sanguinarios, pistoleros sin piedad y mujeres fatales que le salen al paso en los cabarets más sórdidos de la ciudad prohibida.
Galardonada en 1993 con el Premio de la Crítica, El embrujo de Shanghai es una estremecedora fábula sobre los sueños y las derrotas de niños y adultos. Sin duda, una de las obras maestras de la narrativa europea del siglo XX.