Curiosa mezcla de ascendientes francoingleses, judeoespañoles y turcos, Hugo Pratt, veneciano de origen, despierta a la vida en Etiopía, descubriendo la guerra y el amor. Allí aprende a dibujar y también a detestar el colonialismo. En Buenos Aires a los veintidós años, reparte su tiempo entre el dibujo, los viajes y las extravagancias mundanas. Dibujó cerca de nueve mil láminas, desde As de picas hasta Corto Maltés, personaje de culto desde los años setenta. Dio varias veces la vuelta al mundo en pos de Yeats, Rimbaud, Stevenson, London y tantos otros amigos conocidos y desconocidos.