Es una novela breve, en mi opinión una pequeña joya. La protagonista y narradora es Mary, una chica de 15 años que le cuenta a alguien los hechos que sucedieron en su vida un año antes, en 1830. Mary vive y trabaja con sus hermanas en el campo de sol a sol, bajo la férrea voluntad de un padre tiránico; ella no tiene ni voz ni voto, y tampoco puede oponerse cuando su padre la manda a trabajar a casa del vicario, a cuidar de su mujer que está enferma. Allí todo un universo distinto y desconocido se abrirá ante sus ojos, aunque no será hasta las últimas páginas que descubriremos por qué escribe su historia.
Al principio se me hizo un poco extraña la lectura, pues no hay mayúsculas, y la prosa es sencilla y bastante peculiar, pero a medida que avanzaba, la aparente incorrección me fue pareciendo más bien una virtud, cómo la autora se pone en la piel y voz de una niña sin educación que acaba de aprender a escribir.
El valor de la novela radica sin duda en la protagonista, con la que es imposible no empatizar, un personaje de carácter fuerte y pragmático, sincero y con una lengua afilada que en ocasiones le da un toque de humor a la lectura. También el resto de personajes, aunque menos definidos, me han parecido bien logrados. En conjunto la autora recrea maravillosamente una época y un modo de vivir. Es una historia dura, pero a la vez preciosa y que se lee con emoción. Como resumen, me encanta una frase que aparece en el prólogo: «¿Qué hubiera pasado si una joven de clase baja en el siglo XIX hubiera sabido leer y escribir?» Muy recomendable.
hace 10 años
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