A lo largo de su muy dilatada y viajera vida, Adolfo Bioy Casares fue recogiendo en cuadernos, o lo que tuviera a mano, versos breves y fragmentos en prosa, frases leídas u oídas que, por una razón u otra, le han impresionado, hecho reflexionar, inspirado o simplemente hecho reír. Las hay muy breves junto a otras más largas, y van todas entremezcladas: las de autores célebres con las de genios anónimos, las de personajes famosos con las de ilustres desconocidos, como si, para él, tuvieran todas la misma importancia. Tal como las presenta a sus lectores, aparecen como una caja de resonancias en las que se funden todas las voces en una sola, para devolvernos, como en una caracola, el esprit del propio Bioy.