Cuando Alvin B. Guy, juez de la Magistratura de Detroit, aparece cosido a tiros en el interior de su coche, nadie se sorprende. Era por todos sabido que, mientras vivió, Alvin B. Guy fue un cabrón de mucho cuidado, juez corrupto y sin escrúpulos que no desaprovechó ocasión para servirse de su cargo para obtener beneficios y/o joder a todos aquellos que no claudicaban a sus demandas. Pero esta circunstancia no impide que el asesinato deba ser investigado...