Me gustaría haber presenciado las deliberaciones del jurado que otorgó a esta novela el Premio Café Gijón. Con decisiones así, este tipo de convocatorias continuarán con su imparable pérdida de prestigio. El texto parece una mera relación de notas para elaborar algún día una novela; su autor, un pretendiente en pleno ejercicio de prueba y error, más error que prueba. El relato parte de una cierta ambición que se queda en vulgar pretenciosidad por la total carencia de recursos y valores literarios. El conjunto de la narración muestra un desconocimiento absoluto de la época y el escenario de la trama, renuncia a la definición precisa de los personajes, huye de cualquier clase de detalle enriquecedor y se sirve de una constante sucesión de tópicos y cursilerías. En resumen, un horror.
hace 7 años