A pesar de ser una novela muy local, una vez más la descripción de San Diego y el mundillo del surf que hace Winslow a buen seguro la alejarán del gran público, y de tratarse de un relato típico y tópico con prácticamente todos los clichés de la novela negra norteamericana, el autor neoyorquino consigue que todo encaje como un reloj de precisión, logrando una novela redonda, donde nada falta y nada sobra, de esas que devoras sus páginas y te quedas con la intriga de qué será lo próximo que le suceda al bueno de Boone, de las de 5 minutos más y me voy a la dormir.
Como ya ocurriera con El club del amanecer, nuevamente, bajo la apariencia de una novela sencilla y desenfada, de lectura rápida, se encuentra una historia no exenta de crítica social, una reflexión sobre la ambición, el poder, la codicia, el dinero. Un relato que da que pensar, de los que dejan resaca por lo mucho que tardas en sacártelo de la cabeza.
Boone Daniels es un héroe moderno, un rebelde que se hace mayor, un tipo duro al que no le gustan las normas ni las convenciones sociales, un detective honesto, con principios, amigo de sus amigos; un personaje tan bien construido que nos trae ecos de aquel Harper maravillosamente interpretado en la gran pantalla por Paul Newman y que inevitablemente deja en el aire un pensamiento: ¡Qué gran Boone Daniels hubiera sido el inolvidable actor!
Winslow no sólo es uno de los máximos exponente del California Noir, es absolutamente cierto que crea adicción.
No se la pierdan, ¡engancha!
JGF (Quelibroleo)