Creo que fue una de las primeras propuestas que aúnan investigación policial y mitología vasca. En su moemnto, fue toda una novedad y se diferenciaba del resto de novelas del mismo género. Con la impronta indiscutible de navarra, se centra mucho en la narración policial y en destacar el papel de la inspectora Amaia Salazar en un marco de moralismo y crítica social que queda solapada por la propia trama. El asesino mata porque no le gustan como visten las niñas de ahora. Se me hizo excesivamente pesada tanta descripción y tanta reflexión. Contar los paseos de Amaia por Elizondo mientras desentraña los conflictos familiares y se retrotrae a sus inicios academicos en Quantico, me pareció bastante inverosímil incluso para Dolores Redondo que tiene cierta tendencia a expresarse a través de sus personajes, lo dijo en una entrevista, que ella sentía que fuera la propia Amaia y que sus pasados están conectados, cosa que un escritor jamás debe hacer. Creo que la evolución de mi paisana se aprecia en las nuevas novelas, pero estos inicios son un poco torpes, a mi entender. incluso se pierde el componente del misticismo, esa parte oscura y fantasmagórica de la historia y es una pena porque no evoca relación con la trama y los crímenes. De hecho, leí esta primera parte de la trilogía y no seguí con el resto, me pareció todo demasiado drámatico, forzado y previsible.
hace 6 meses