Jerónimo Rodríguez Loera es en apariencia un niño mexicano como cualquier otro, pero también es un monstruo: recuerda completo el ciclo de sus reencarnaciones y, con él, todo el comportamiento humano. Al recordar sus vidas, Jerónimo presentará al lector el juego eterno al que se deben sus participantes. Echados ya los puentes sobre el modelo de la novela-río, Vidas perpendiculares es una formulación distinta de la realidad narrativa.