Tiene el lector entre sus manos una de esas novelas cuya riqueza es tal que cualquier síntesis es casi imposible. Intentémoslo no obstante : Momik, cuya familia se niega a evocar el pasado, crece en Jerusalén, tranquilo, ajeno a todo, hasta el día en que irrumpe imprevisiblemente en el hogar el casi olvidado abuelo Anshel Wasserman —antaño célebre escritor de libros para jóvenes con el seudónimo de «Scherezade». Su presencia, sus extrañas historias, excitan la curiosidad del niño, que decide emprender una investigación secreta y minuciosa sobre el mítico país de Allá, habitado por la voraz Bestia nazi. Ya adulto y escritor, como el abuelo, Momik parte tras las huellas, en Polonia, del gran escritor judío Bruno Schulz que le conducirán irremediablemente a las del abuelo. Momik conseguirá al fin sobreponerse a su ineptitud casi crónica para los sentimientos y se dejará «infectar por el virus de la humanidad» esa inmensa ternura que acompaña paradójicamente las atrocidades de nuestra historia.