Esto no es una novela sino una vergüenza para el sector literario. Parece que el éxito en literatura sea una cuestión de azar. La novela empieza bien, con una idea sugerente: el simulacro de un secuestro como prueba de selección. Algo forzado pero admisible siempre que el desarrollo se construya con solvencia y acierto, justo lo contrario de lo que ocurre. El conjunto de la narración supone un desafío a la razón, la propia descripción de la situación una desproporción ajena a la realidad, las decisiones del protagonista rozan lo absurdo a cada página, y todo ello aderezado con una falta de conocimiento y estudio alarmantes. El autor no se ha molestado en investigar ni los contratos laborales, ni el funcionamiento de una gran empresa, ni las relaciones entre directivos, ni siquiera el proceso y plazo para realizar una transferencia internacional. Salvando un giro bien introducido (único mérito de la obra!), el resto de la lectura es un esfuerzo por no destrozar el libro, meterlo en un sobre y enviarlo a Alfaguara con nuestros mejores deseos... Qué horror!
hace 7 años