Quienes ya leyeron el Tratado de armonía de Antonio Colinas, encontrarán en este Nuevo tratado de armonía una obra complementaria, que no sólo completa la anterior sino que, en cierto modo, la culmina. Cerrando el ciclo iniciado hace ocho años, este nuevo «tratado» incorpora, al modo de una antítesis dialéctica, la presencia del mal «cósmico» y del consiguiente desasosiego y desconcierto, que únicamente se resuelve en una síntesis armónica más amplia. Una piedra de extrañas formas, un árbol agostado, el olor de la albahaca en lo umbrío, la transformación de la naturaleza con el paso de las estaciones, los actos cotidianos más nimios… La contemplación de todo lo que nos rodea —el mundo mineral, vegetal, animal y aun humano—está en el origen de las reflexiones que conforman este Nuevo tratado de armonía.