Valentina, novia durante muchos años del protagonista de la novela, lo espera apoyada en el Fiat Mirafiori que Jabois utiliza para dar título a su última novela. Recogiendo, al igual que las otras dos obras de ficción del gallego, los elementos más identificables del consagrado columnista, Jabois vuelve a echar mano de metáforas narrativas para ilustrar su punto de vista.
La ex novia del narrador se atribuye la cualidad de ver fantasmas, y el trasunto de Jabois inventa excusas, como periodista, para desplazarse a Málaga, la ciudad a la que Valentina se ha trasladado, para volver a verla después de varios años. Con capítulos que vuelven al pasado y se intercalan con la narración presente del reencuentro, Manuel Jabois vuelve otra vez a su universo gallego. Pueblos junto al mar salvaje que se lleva a sus vecinos y no los devuelve. Viejas mujeres que guardan la memoria de lo que hemos sido. Y personajes estrambóticos que estremecen, pues al buscar en ellos, uno se acaba encontrando lo que no reconoce de sí mismo.
Finalmente, queda claro que las visiones simbolizan lo que el protagonista y Valentina no quieren ver: que han prolongado una relación fantasma al existir sólo en las ilusiones de ambos.
De alta calidad narrativa pero sin ser fácil de leer por la densidad de su escritura, Manuel Jabois (si bien sin llegar a la excelencia de su novela Miss Marte) consigue así una de las máximas de la buena literatura: que el autor se caracterice por un estilo propio y unas obsesiones identificables.
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hace 1 año
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