Los sentidos del agua, cuyo título explicita una ambición que nace y muere con impersonal naturalidad, y que la cita de Felisberto Hernández prolonga y llena de ecos (pero yo me moriré con la idea de que el agua lleva dentro de sí algo que ha recogido en otro lado y no sé de qué manera me entregará pensamientos que no son míos y que son para mí), convoca una literatura casi extinguida, la mejor de todas: divertida hasta el delirio, riquísima en referencia y alusiones y muy digna de suscitar nuestra gratitud.